Escojale y Lea

sábado, 16 de noviembre de 2013

Les llego el fin: el buen fin

Desde que se propuso el buen fin en México, han surgido hipótesis, reclamos, tesis, antítesis y blasfemias contra este bonito fin de semana festivo en México… ¡NO! El buen fin no es un día festivo ¿de dónde sacaron eso? A quien se le ocurrió semejante cosa, pues nadie lo sabe y este mexicano permanecerá anónimo hasta el día de su muerte, o al menos que en su tumba le pongan un epitafio que cite de esta forma: aquí descansa el que dijo que el buen fin era día festivo. Pobre desdichado, pero entonces ¿qué es el buen fin? o ¿a que se le llama el buen fin?

El buen fin se le llama al los días (antes de termino del sexenio de Felipe Calderón) en que todas las tiendas departamentales o Moll, deciden hacer “rebajas” a sus productos, para que la población nada consumidora se atasque con las promociones de 6 u 8 meses sin intereses o hasta mas y entonces que los bancos se apiaden de nuestra alma, me he llegado a imaginar cómo se le determino a ponerle el “buen fin” todo recita a una farsa nacional a la que le pondría el fin de la dictadura PANISTA:


Nos encontramos en palacio nacional, en el fondo vemos al presidente Castillo y parte de su gabinete, de los cuales destacan el licenciado Borrego, el licenciado Nissan y el licenciado Pera Abuelo junto con el ex presidente Cortari todos preocupados por el porvenir de México.

Castillo: que hacemos señores el país está en buenas manos después de la guerra contra el narcotráfico pero los impuestos no nos dejan mucho dinero ¿Qué hacemos?

Borrego: ¿si mandamos a la goma la expropiación petrolera?

Castillo: no eso es trabajo del licenciado Pera Abuelo 

Nissan: y ¿si metemos más impuestos?

Castillo: ¿qué idea tienes?

Nissan: cobrar por cada puerta y ventana que tenga una casa

Cortari: no le robes las ideas a Don Porfirio… Nissan

Nissan: entonces no tengo ni la más remota idea

Pera Abuelo: vaya que “buen fin” va a tener su gobierno, señor presidente 

Cortari: no sean inútiles… tomen mi ejemplo

Nissan: ¿robar?

Cortari: lo ve enojado ¡No! Aparte, si ponemos un fin de semana en donde todo baje aparentemente de precio

Castillo: ¿y cómo hacemos eso?

Cortari: pues hacemos un convenio con todos los centros comerciales para que el bajen el precio por centavos, no por pesos y se atiborren con las tarjetas de crédito, de ahí hablaría con el banco nacional para que se las trabemos y nos llevemos un poco mas de dinerito al fondo nacional

Castillo, Pera Abuelo y Nissan: ¡Buena idea señor!

Pera Abuelo: ¿Pero cómo le ponemos al fin de semana ese?

Cortari: ¡el fin de las rebajas!

Nissan: con todo respeto señor… pero eso no me suena atractivo

Pera Abuelo: ¡ya se! ¡El buen precio!

Cortari: ¡no seas bruto! debe ser algo más llamativo y algo que tenga un significado 

Castillo: ¡ya se! Debe llamarse el “Buen Fin”, por el final de mi presidencia


Los cuatro hombres se ven a los ojos, ríen y se abrazan, castillo saca una botella y sirve en unas copas

Cortari: por el buen fin 

Castillo, Pera Abuelo y Nissan: ¡Salud!

Cae lentamente el 
Telón

Tres meses después de esta escena, muchos mexicanos recordaran el primer aviso en la televisión sobre el buen fin que data de los días del 18 al 21 de noviembre del 2011, México se vio emocionado y las tiendas casi saqueadas de tantas compras, que se hacían, los personajes lograron su cometido incluyendo la sucesión a la presidencia de Pera Abuelo, solo me queda decir una cosa… ¡feliz Viernes Negro Mexicano! 

Nota del autor: En Estados Unidos se conoce como Viernes Negro (en inglés Black Friday) al día que se inaugura la temporada de compras compulsivas navideñas con “significativas” rebajas en muchas tiendas minoristas y en los grandes almacenes. Se supone que es un día después del día de Acción de Gracias, el cual se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Servicios de Transporte Urbano II

Ya hace algún tiempo había escrito sobre el transporte urbano (sobre sus buenos usos y malos) pero aquí me dedicare a ver en trasfondo a sus consumidores: en este caso el humilde pueblo aquí ahí entro yo, el STU (para abreviarlo) en mi natal Oaxaca es muy pero muy “bueno” ya que te ayuda a bajar las piedras de los riñones, acomodarte el coxis, a prepararte para actor de escenas riesgosas cuando un transporte va en movimiento y sobre todo te enseña a ser muy paciente por si logra pasar moderadamente lleno de personas, aquí entra un punto extra por que te ahorran el favor de asaltarte en tu propio asiento; en pocas palabras muy bello el STU de mi ciudad natal.

En cambio en mi ciudad adoptiva (Xalapa) el STU es un poco más “modesto” ¿en qué razón? Este te ayuda a dormir profundamente y pasarte de tu parada, a guardar los tickets para enseñárselo al inspector de ruta (en mi caso si eres como yo: el que guarda un montón de basura en tu mochila, bolsas del pantalón o bolsa de la camisa estas en graves problemas) y ser apodado “el joven que lee un autor de apellido complejo” (Ibargüengoitia) es muy hermoso todo lo que sucede en los STU sobre todo ver a los pasajeros.

Al lector le dejo dar rienda suelta a su imaginación con lo que les voy a describir a continuación (las imágenes deben ser realistas y no tan fantasiosas):

Me encuentro esperando el camión desde hace 15 minutos, voy a llegar tarde a mi clase, son exactamente 14:34 y entro a las 15:00, el camión tarda 20 minutos en llegar al centro (que es donde está mi facultad) 35 minutos dependiendo del trafico, pasan por lo menos 3 camiones atiborrados de gente y se niegan a darme la parada, en mis labios se nota la frase –pinches culeros- al final pasa otro camión menos vacio, me subo, le enseño al conductor mi credencial para que me aplique el descuento, ya pagado deslizo mi mano por el pasamanos y llego hasta donde más puedo, veo por la ventanilla y cuento por los menos 6 patrullas de policías estatales, sigo viendo y me abstraigo viendo los demás automóviles, el camión frena bruscamente me agarro fuerte, volteo a ver suben dos señores y se ponen junto a mí, el camión sigue su marcha, pasa el puente “pípila” y se obscurece todo, cuando vuelve la luz del sol volteo para atrás y veo a una joven de hermosas facciones y hermosos ojos (desde mi punto de vista) cabello castaño, suéter azul y botas cafés, en la radio suena “me muero por conocerte” de Alex Ubago, se me queda viendo y yo a ella, según yo sonreí (o al menos mi cara sintió hacer eso).

Ella responde con una sonrisita tímida, estoy embelesado, así termina la avenida pípila y el camión dobla por la avenida 20 de noviembre, van pasando calles yo disimulando y de reojo la sigo viendo se me queda viendo y yo la veo, la misma sonrisita, entra la estrofa de la canción –Me muero por conocerte, saber qué es lo que piensas- la sigo viendo, parece que se detiene el tiempo, otro frenón, olvido de agarrarme y solo me agarro de una agarradera de una silla, la agarradera truena y se rompe, se levanta una mujer de aproximados 40 años, pelo casquete corto pintado de rojo, dos perforaciones, una en la ceja y otra en el labio, un tatuaje de leyenda “perdóname madrecita por mi vida loca” ,para acabar de rematar pasada de peso y con unas mallas blancas, me la quedo viendo con gran sorpresa porque creí que era un trasvesti y de mi boca: -perdóneme señor- se me queda viendo y con voz grave contesta: -pues soy mujer y soy señorita- lo que sigue conviene no contar puesto que no paso nada, la gente va bajando y se va quedando vacio el camión. Volteo a ver si sigue la muchacha que me atrajo y… ¡si! Ahí sigue, me acerco poco a poco y me preparo a hablarle, se hace un lado y me ofrece el asiento de alado, voy a proponerla platica y me besa, me quedo perplejo (por no decir pende…) la volteo a ver me sonríe me vuelve a besar, entonces frenon del camión me saca de mi fantasía y me encuentro sentado al lado de la “señorita” de mallas blancas, es mi parada, de un brinco dejo mi asiento y salgo y detrás de mí la muchacha de suéter azul, volteo a sonreírle, me sonríe y todo termina cuando un poste de luz se atraviesa en mi camino.

Verdad que es bueno viajar en STU… me hizo escribir esto.

Nota del autor y advertencia: la muchacha de suéter azul existe como por lo tanto también señorita de las mallas blancas, lo que le pasa al desdichado autor es pura imaginación... o no tanto.