Escojale y Lea

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El episodio del cerro del jaguar I (Los santos también se emborrachan)

Hay una anécdota que es muy recurrente en mi generación del CEDART sobre una salida a la sierra norte de Oaxaca, a una comunidad no tan cerca pero tampoco muy lejos, desde el inicio del viaje hubo caos, puesto que unos compañeros no llevaban su permiso firmado y otros que llegaron como dios les dio a entender (véase taxi foráneo); bueno desde el principio el viaje comenzó siendo prometedor, el relajo en la parte trasera del camión era sorprendente y muy contagioso, pasados 30 minutos, todos babeando al hombro del compañero, cuando llegamos nos dirigimos a comer, aquí otro caos había gente “vegetariana”, yo que soy muy selecto para comer (no por decir chiquion), me valió comino y comí todo lo que estaba en el plato, de hecho me pude comer el plato de tanta hambre, el primer paso consistió en una reunión sobre lo que íbamos a hacer, lo primero consistió en un recorrido en toda la comunidad, para mi desgracia subirme al campanario de la iglesia fue un martirio descubrí que le temo a las alturas.

El segundo paso fue un recorrido por la Valenciana, hacia el cerro del jaguar, un mirador natural y primer centro de civilización de este poblado, aquí hubo otro caos quien se iba a ir primero en la suburban, eligieron representantes resultando ser yo el de “los jaguares amorosos” (nunca estuve de acuerdo con ese nombre pero en fin) el reto era jugar: piedra, papel o tijeras, vaya dilema en que me metí desde niño no me gustaba este juego ¿por qué? Siempre terminaba perdiendo, primera ronda salí victorioso, y así: la segunda, la tercera, la cuarta ya en las finales… resulte ganador, mis compañeros se suben a la suburban y me quedo viendo a los derrotados, al fin se hizo justicia. Nos llevaron al primer pasaje que eran las minas de oro, debo aclarar que más de uno tomo una piedra y se la llevo, de ahí fuimos subiendo, abrazamos a un árbol (un árbol ya de edad larga y muy pacifico o al menos eso me transmitió), seguimos subiendo, cuando llegamos a la cima, que me agarra el vértigo, y a no pude disfrutar bien el paisaje sintiendo que alguien de iba a ir de bruces y tendríamos que llegar a reportar a un descalabrado a la escuela, no paso a mayores después a armar las tiendas de campaña, yo normal sin saber que había una confabulación desde tiempo atrás.

Armadas las tiendas, caída la noche, encendida la fogata. Paso algo que no entiendo los maestros se muy quitados de la pena se retiraron a sus camas en las cabañas, dejando así libre el tremendo espacio para hacer lo que acontece en las siguientes palabras, un maestro deja por lo menos 100 pesos para el mezcal, sale la coperacha para un cartón y alguien saca por lo menos 3 cajetillas de cigarrillos, bajados los maestros, los guías cargados de los “pedidos”, comenzó el despapaye, a tragos de mezcal, de cerveza y cigarros, divise algo que me atormentaría durante mis últimos años, un poblado cerca con luces encendidas me dio la palabra SEX y era cierto por que puedo jurar que no estaba tan borracho, jugaron a la botella y por qué no, yo también le entre, debo decir que los resultados no fueron los que yo esperaba, me beso un compañero y una linda chica a la que estaba cortejando me beso… en el cachete (tiempo después formaríamos una de las parejas mas extrañas de la escuela), el “grupito” de la chica que estaba cortejando se puso hasta atrás, yo medio mareado, fui a verlas, una de ellas se iba a caer en eso trate de rescatarla y los dos nos fuimos al piso, lo que paso después no vale pena contarlo porque ella no se acuerda y yo lo tengo medio borroso, después vino el compañero santo que salió ebrio tratando de romperle la cara a alguien, la compañera pesada golpeando al que sería uno de mis actores en “la mujer que no”, todos estaban hasta no más poder y entonces cuando estaba todo ya calmado… madres desaparece un compañero que suponía que debía estar dormido, todos los “cuerdos” lo comienzan a buscar: -Wey ¿Dónde estás?- silencio, -no seas culo aparece- silencio, cuando revise todo los lugares de menos peligro y no lo encontré, solo debía ir a un lugar; las peñas del mirador.

Me acerque medio mareado, medio rezando, medio orinándome del miedo, mi amigo estaba en posición de vomito, agarrándose el estomago cuando le hable volteo a verme y me dijo: -me siento mal, quiero trocar*- solo fui hasta donde estaba él y lo agarre, lo metimos en su tienda de campaña y vigile que no saliera, cuando me disponía a dormir, ¡no había tienda de campaña! No era el único otro compañero no tenia, así que tomamos un tronco lo pusimos al lado de la fogata y nos acostamos, con el tronco del almohada, solo dormí 30 minutos, en la mañana el guía nos exhorto a que no dijéramos nada de lo acontecido, ¡pues quien lo iba a decir, si una de las maestras mas regañonas fue con nosotros! Todos bajamos caminando, unos con paso de abuelo moribundo, otros con gafas de sol, otros desvelados, otros les dio amnesia porque no recordaban nada, cuando llegamos al comedor, cada quien se sentó en el lugar de su preferencia, a mí y a otros en la mesa de los maestros, la maestra “regañona” me pregunto cómo nos fue, yo naturalmente le dije que bien, hasta que una voz y risa castrosa, retumbo por todo el comedor: -si viste como hizo ese pendejo y se wey como se puso hasta atrás-, solo apreté los ojos y fueron de una de las tantas veces que la quise agarrar a golpes.

*Trocar: V. Vomitar compulsivamente.

lunes, 9 de diciembre de 2013

La honestidad es lo que define a los mexicanos (Las ventajas de comprar tú solo)

Hace unos días me encontraba con un compañero caminando por las calles de Xalapa, el destino este individuo iba a medirse un vestuario para una obra y el destino quiso que estuviera cerrado y no llegara el director (si camine a lo…), lo bueno es que me invito un pan y yo como buen amigo decidí invitarlo a tomar un yogurt (esto no es albur) de una tienda especializada a vender productos lácteos, el va hacia las mesas yo voyme hacia los refrigeradores, en esto entra una señora de calculados 50 años, aspecto acabado, con cara de “mírame y no me toques” se para al lado mío, dejo que por cortesía tome primero su producto (que estaba en otro refrigerador) y después tomo lo que voy a consumir, obviamente esta señora deja el refrigerador abierto y llego a caja a pagar, después de haber ya pagado mis productos y checando el cambio, la señora se dirige a pagar; lo que paso lo resumiré en un pequeño dialogo y sobre todo tener justicia sobre las cosas ya contadas, solo porque quiero que se me haga justicia. 

La señora paga y el empleado se la queda viendo el cajero le dice: -señora dejo el refri abierto-, la señora con cara de culpa voltea a ver a su única salvación: Yo. -No el muchacho lo dejo abierto- comenta la señora, -pero el joven no abrió ese refrigerador-, yo me quedo viendo tanto al cajero como a la señora, -a pues pudo haberlo cerrado él-, el cajero va a cerrar el refri con cierta molestia, yo nada más me quedo viendo a la susodicha esta que me acababa de echar la culpa, ella con cara de cobarde y yo con cara de no chingue y acepte sus errores, la señora paga y yo me dirijo a la mesa, en eso la señora me alcanza y con cierto tono amargo me dice: -vaya que caballerosos son los hombres de ahora- y termine diciéndole: -disfrute su refresco seño y no se preocupe soy caballeroso cuando se me da la gana- dicho esto hizo una mueca de película de horror y me fui sentar rápido, cuando paso por la calle, iba acompaña por otra mujer se me quedaron viendo y solo levante mi yogurt en señal de brindis. 

Nota: el cajero solo dio ánimos puesto que siempre hacían lo mismo en busca de un “caballero” que hiciera lo que ellas quisieran, para que les pusieran las nalgas por delante a los "caballeros" que hacen lo que ellas ordenan, ya no pude comer bien mi yogurt.