Escojale y Lea

domingo, 27 de abril de 2014

La verdad del guante rojo

Para Víctor Manuel 
por lo interesante de su perspectiva sobre el tema

Las peleas de box siempre me han dado un gran interés personal, pero sobre todo una gran perspectiva de dos hombres que se golpean a diestra y siniestra, hasta tener la cara toda desfigurada, por lo menos esto pensaba yo cuando vi Rocky de niño, ver que dos personas se dieran con toda las fuerzas del mundo y no más no les pasaba nada, solo se oía, el guante rojo en el aire y después el golpe, boxeador al suelo, miles de personas alabando al boxeador y el otro tumbado en el suelo, por esta razón y por la película me metí a entrenar boxeo.

La primera impresión que tuve cuando llegue al gimnasio, fue de varios hombres, haciendo ejercicio y entrenando, yo estaba dispuesto a quedar como Stallone en la película, para sentirme alabado y querido tanto por el público y el entrenador, pero ¡oh sorpresa! Llego ante el entrenador y le digo que quiero aprender a boxear, se me queda viendo con cara de ¿este enclenque quiere ser boxeador? Si no se empezó a reír fue por pura cortesía, solo me dijo, cuatro cosas que debía hacer, antes de meterme en el ring a romper caras.

1. Debes tener una buena condición física.

2. Tener callo para aguantar los golpes que no solo son en la cara.

3. Tener agilidad.

4. Que lo hiciera por pasión, no por matar tiempo.

Así comenzó la cantaleta de comerse un huevo batido con jugo verde todas las mañanas, la “pasión” que tenía en ese momento, me permitió tomarlo sin tratar de vomitar, baje del internet Eye of the Tiger y comencé irme a trotar todas las mañanas.

Tarde cinco meses en ponerme en forma, de ahí cuando el entrenador se dio cuenta de que realmente quería esto, decidió que era hora de partirme la madre mandándome a pelear con el Survivor, este individuo era el típico musculoso, pelón que huele a sudor de tanto entrenar, me pusieron las vendas y los guantes para dar mi primera demostración de que era lo que sabía hacer, cuando estuvo todo listo, sonó la campana y a pelear.

La indicación del entrenador era que tenía que cubrirme y después golpear, no le hice caso porque me quería ir primero a los golpes, solo mi mente me decía que hacer en ese momento, ¡Gancho! ¡Al estomago! ¡A la cara! Y conforme mi mente me decía hacia dónde tirar el golpe, lo hacía, así cuando sonó de nuevo la campana, volví a hacer lo mismo, hasta que me distraje al ver que una chava había entrado al gimnasio, me la quede viendo y solo vi al Survivor tirarme un golpe y después todo oscuro, el muy ojete me había noqueado y me había hecho pasar un ridículo frente de una mujer hermosa.

Cuando recupere la conciencia, todos se reían de mi y en parte me alababan, comentaban entre ellos que nadie había aguantado más de un round al Survivor, era la nueva sensación del gimnasio, cuando estaba a punto de pararme, llego el entrenador y me dijo que quería hablar conmigo, me llevo a su “oficina” y cerró la puerta.

-Nadie había aguantado más de un round al Survivor, tienes buen callo para aguantar los golpes, pero eres medio pendejo para tirarlos, así que vamos a entrenarte bien hijo.

Por mi mente pasaba un gran regocijo, al saber que sería un “chingon” para el boxeo.

-Gracias entrenador no se va a decepcionar, se lo prometo.

-Lo sé muchacho, ahora puede ir a descansar un rato.

-Gracias entrenador nos vemos mañana.

Estaba a punto de salir de la “oficina” cuando me detuvo y me dijo algo que me quedaría perfectamente claro que rompería en cualquier momento.

-La chica que viste que entro aquí y por la cual te noquearon, es mi hija y si tu o alguien llega a ponerle una mano encima, le corto los huevos ¿quedo claro?

-Si, entrenador.

-Ahora si puedes irte, mañana te quiero aquí a las ocho en punto.

Salí del gimnasio todo decaído, toda la felicidad de haber aguantado un round se había esfumado, sobre todo porque podría perder mis huevos por una chica, principalmente por una chica que era hija del entrenador.

(27/iv/14)